• Entrevista a la doctora Marta Aymerich Martínez, vicerrectora de Planificación Estratégica e Investigación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) .
La celebración de la VI Jornada Encuentro del Instituto de Investigación Sanitaria Galicia Sur fue una oportunidad excepcional para participar de la conferencia de la doctora Marta Aymerich Martínez, vicerrectora de Planificación Estratégica e Investigación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y una de las voces más activas en la comunidad científica en lo que se refiere a la apertura de los resultados de la labor de investigación a la sociedad. Aymerich Martínez advierte de la necesidad de abrir el conocimiento para que los resultados científicos no se circunscriban exclusivamente a los que se publican en las revistas y canales de difusión tradicionales y aboga firmemente por la investigación traslacional.
Pero su discurso no se limita a esto, si no que hace hincapié en una cuestión esencial para el investigador: la actual forma de evaluar al científico se basa en criterios limitativos, tales como la publicación en revistas científicas de renombre o en el factor de impacto o cuartiles; criterios que, según ella, son “limitantes y parciales” y pueden acabar con la verdadera función de la investigación: llegar a la sociedad.
Un poco exagerado este título de la conferencia: Ciencia abierta o morirse, ¿no cree?
Sí que lo es… pero es a propósito. Y hace referencia a algo que ya mucha gente ha aceptado como una mala práctica: publicar o perecer. Publicar o morir. Publish or Perish, en inglés. Dicho de una forma más clara, parece ser que, si no se publica, y si además no se hace en una determinada revista, ya no eres científico, cuando lo que importa es hacer visibles los resultados publicando una buena investigación, pero no haciéndolo obligatoriamente en determinadas revistas o canales que, además en muchas ocasiones, son negocios privados que no favorecen que se distribuya la investigación en todo el mundo. Como investigador, para publicar no debe importar qué nivel socio-económico tengas, qué género o en qué punto de desarrollo de tu carrera científica te encuentres. La ciencia es un bien común y debería estar disponible para todo el mundo. Con este título afirmo que, si no se produce esta apertura no se hace un favor a la ciencia, que debe ser entendida sobre todo como un bien común.
En su mensaje parece además que, en paralelo, hay una reivindicación por parte del científico pidiendo que cuando se le evalúe no se mida su fiabilidad atendiendo simplemente a la cantidad de artículos publicados y en qué tipo de publicaciones lo ha hecho. ¿No es así?
Exacto. Y no solamente en lo que respecta a la fiabilidad, que es solo una de las dimensiones que se deben evaluar. El sistema de evaluación extendido en la actualidad es sobre todo incompleto, porque la publicación es solo una de las partes de la ciencia y lo prioritario debería ser conocer cómo lo has hecho, qué incluye esa investigación, qué aporta a la sociedad, qué problema quieres resolver, cómo has formado a los investigadores de tu grupo o cómo has contribuido a su crecimiento y desarrollo. Todo ello es mucho más importante qué saber dónde has publicado los resultados de tu investigación.
¿Se entiende entonces que será necesario establecer un criterio común que tenga en cuenta cómo evaluar al científico atendiendo también a otros criterios digamos… subjetivos?
En efecto. Y ahí tenemos que trabajar conjuntamente, no solo en Europa, si no toda la comunidad científica mundial, para compartir buenas prácticas a la hora de evaluar y cómo hacerlo. Si hasta el momento ha tenido éxito esta forma de evaluar atendiendo solo a las publicaciones es porque era fácil. Es decir, podemos ver sencillamente cuántos científicos han publicado y dónde, algo que se podría hacer con una máquina. Y la idea es que no evaluemos a nuestros científicos con una máquina, si no que sea la comunidad científica la que determine cómo es de buena una investigación en concreto o cómo hace avanzar al mundo y qué impacto social tiene.
¿Tal vez, la recientemente creada CoARA sea una oportunidad para sacar adelante unos criterios comunes acerca de cómo ver al científico y cómo evaluarlo?
Claro. Esta es una idea que nace a nivel europeo y ahora mismo está a punto de crearse la Coalición para la Reforma de la Evaluación de la Investigación (Coalition for Advancing Research Assessment-CoAra). Pero de ahí no saldrá un protocolo único, ya que la investigación no ocurre en el vacío. Ocurre en un contexto determinado… y si bien los protocolos tienen que compartir unos principios, las formas de evaluar deberán ser consecuentes con cada caso particular. El mundo es diverso, los científicos somos diversos, estamos en contextos muy diversos, con recursos distintos, con ideas distintas, con problemas sociales distintos y, por lo tanto, tienen que evaluarse según cada contexto.
De una manera más distendida, ¿no cree usted que este mensaje que transmite le coloca como persona non grata entre el mundo editorial especializado en la publicación científica?
Sí. Seguro que sí (ríe). Pero no creo que se fijen particularmente en mí porque soy una más. Quiénes han lanzado esta reivindicación ante los grupos editoriales lo han realizado de forma colectiva y colaborativa también… y ya es toda la Asociación Europea de Universidades, y otras asociaciones semejantes de cada país, las que han conseguido que las editoriales abrieran sus artículos. Es cierto que ahora nos hacen pagar por publicar, pero creo que hacía falta esta concienciación común y los grupos editoriales no pueden personalizar esta reivindicación en alguien en concreto al ser una lucha colectiva.
Parece que hayan hecho suyo el modelo de negocio de Spotify
Exacto (ríe). Nunca lo había visto así, pero tal vez sea una buena comparación.
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